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La tensión superficial del suelo se refiere a la fuerza con la que el agua está retenida en las capas superficiales del suelo, generalmente en los primeros 10–30 cm de profundidad. Es una medida de la dificultad que tienen las raíces para extraer agua en esta zona cercana a la superficie.
Se expresa en centibares (cB) o kilopascales (kPa) y se mide con tensiómetros o sensores de matriz granular instalados a poca profundidad.
Indica el nivel de disponibilidad de agua en la capa superficial, donde muchas raíces finas absorben agua y nutrientes.
Ayuda a determinar el momento óptimo para el riego superficial o por aspersión.
Es crucial para evitar el estrés hídrico temprano en plantas jóvenes o cultivos con raíces poco profundas.
Permite detectar si la humedad se está manteniendo en la capa superficial o si hay riesgo de evaporación excesiva.
0–10 cB/kPa: Suelo muy húmedo o saturado.
10–30 cB/kPa: Agua fácilmente disponible para las plantas.
30–60 cB/kPa: Inicio de estrés hídrico leve.
>60 cB/kPa: Estrés hídrico moderado a severo, difícil absorción de agua.
Controlar la tensión superficial del suelo es fundamental para ajustar el riego, mejorar la eficiencia hídrica y mantener la salud del cultivo, especialmente en etapas críticas de desarrollo.
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